Nature. The beginning of everything. | Leonardo/ISASTwith Arizona State University

Nature. The beginning of everything.

By Guillermo Muñoz
"First artist was mother nature", Tom Shean, on Looking for Stones Adventure. "First artist was mother nature", Tom Shean, on Looking for Stones Adventure.

  Abstract: Here i write about my travel to San Francisco. Where starts?, it is not possible to say only one place. I traveled from Valencia to Barcelona, where I visted an interesting exhibition of the 25 years of the RCR arquitecture spanish studio. Their connection to nature was surprised me, it is just a coincidence or a prelude of the entire nature that i´m enjoying now. After Barcelona I take a flight to Instambul, crossing Italy and Greece. This is my first time in USA, but it seems that I landed on an island of nature. As a physicist I could say: yes, nature, the beginning of everything. When starts my travel?, some years before, i´m quite sure. In August 2009 I was in Bilbao (Spain) enjoying “The Matter of Time”, Richard Serra´s exhibition in Guggenheim. His ideas developing a sintaxis of space through gravity, matter and mathematics lead me to try to think on sintaxis for nanospace. Hard work ¡¡, I always leaved it. It is suppressing to me that Richard Serra fathers moved from Mallorca (Spain) to San Francisco. I´m following him, and I did´nt realized!! This land was a place for Spanish explorers, searching for the new and the adventures. Now we have the gif of time, may be it´s time to do it, or simply explore the connection between art and science with my colleagues.   Middlebrook Studio C. Frente a mí, una inmensa instantánea de suaves colinas vestidas de verdes y amarillos. Al fondo, un mar que se tapa. Este paisaje es el primer espacio que contemplo de EEUU. Nunca antes había estado en el país. Del aeropuerto fui directo a los bosques de Redwood. No sabría decir si estoy aquí, allá, o en medio de todo. De mi viaje trepidante, atravesando el mediterráneo entre España, Italia y Grecia, para, en Estambul coger el avión que me llevaría a San Francisco, de repente me encuentro en un paraje donde los habitantes son conejos, ardillas, serpientes y algún que otro ciervo que se deja ver. Me siento privilegiado de estar aquí, y compartir con mis compañeros de residencia este hospedaje en la naturaleza. Con esta estampa, en medio de bosques infinitos, de colinas suavizadas por la niebla, es imposible permanecer ajeno a lo natural. Me asombra el poder de las casualidades, tanto que a veces dudo de que lo sean. En Barcelona, antes de despedirme de Pilar, pasamos un día visitando exposiciones, paseando y aprovechando las buenas temperaturas del verano. Nos detuvimos en la exposición que conmemora los 25 años del colectivo de arquitectos RCR. En ella, dicen:  

“Si no acostumbrais a contemplar el cielo, las estrellas …

Si no os permitis quedar embelasados. Si no acostumbrais a tocar

la tierra, los árboles … ni beber el agua que brota de las fuentes

naturales. Si no acostumbrais escuchar los sonidos del aire …

… ni el olor del viento. Si no percibis la belleza que hay a cada paso

en la naturaleza y no deseáis conocer su misterio ni quererla.

¡Difícilmente podréis comprender muchos de nuestros

sentimientos, pensamientos y actitudes, y percibir la fuerza

y la energía que nos da la naturaleza¡”

  Ahora no puedo estar más de acuerdo con ellos. Pero el espacio y el tiempo, como sabemos, forman un misterio mucho más intrincado de lo que nos podemos imaginar. El comienzo de mi viaje, si lo tengo que situar en algún lugar y en algún tiempo específico, tendría que remover mi memoria hasta un agosto del año 2009, en Bilbao (España). En mi primer viaje a esta espléndida ciudad de nuevas formas, y, por tanto, interesantes pensamientos, me quedé fascinado con la obra de Richard Serra “La materia del tiempo”, presentada como exposición permanente en el Guggenheim. El trabajo de Serra para moldear el tiempo y el espacio cuando recorremos sus esculturas de acero, de elaborar una sintaxis específica entre gravedad, materia y matemáticas, inmediatamente me hizo pensar en proyectar una sintaxis específica para los espacios nanoscópicos, aquellos espacios que define la materia cuando está estructurada en dicha escala nano (10-9 m). Un tema muy sugerente, pero tan complicado que nunca he dedicado un tiempo lo suficientemente largo como para abordarlo con detenimiento. En mi descontextualización particular en el seno de la naturaleza, recuerdo que esta tierra de colinas y vinos, de árboles largos y nieblas matutinas, fue un día tierra de exploradores españoles. Diego de Becerra y Fortún Jiménez, de la expedición de Juan Rodríguez Cabrillo, enviado por Hernán Cortés, le pusieron el nombre de Califia a los espacios que contemplo, ahora mismo a través de una mosquitera y una ventana de cristal. Es la exploración, y por ende, la aventura, aliada indisoluble de la investigación, sea cual sea su forma y su propósito. Las coincidencias vuelven a sacudirme. Leo que el padre de Richard Serra se marchó de Mallorca (España) a California, instalándose en San Francisco. Sin quererlo, le estoy siguiendo. No hay duda, es el momento y el lugar para abordar el tema, consiga o no sacar algo en claro. Sea pues, aquí estoy, inmerso en lo natural. Podría decir, como buen físico: en la naturaleza, el principio de todo. Con el regalo del tiempo que Margot y todo el equipo de la fundación Djerassi nos ofrecen, dispuesto a dejarme llevar para tratar este tema, o cualquier otro que surja en las colaboraciones entre científicos y artistas.